En el organismo de un hombre de 38 años que tuvo durante 20 días síntomas leves de COVID-19, el nuevo coronavirus siguió siendo detectable por 232 días y sufriendo mutaciones. Si no se hubiese sometido a un seguimiento médico constante, manteniendo distanciamiento social y usando mascarilla, esta persona podría haber diseminado el patógeno durante más de siete meses.