La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido mantener la pandemia de COVID-19 como una emergencia internacional.
El Comité de Emergencia, formado por expertos independientes, reconoció que el aumento en el número de casos ya no suele ir a acompañado de incrementos en las muertes y presión en los sistemas sanitarios gracias a una mayor inmunidad de la población. Sin embargo, acordó unánimemente que la pandemia sigue cumpliendo los criterios de un acontecimiento extraordinario y que “la aparición y la propagación internacional de nuevas variantes del SARS-CoV-2 pueden presentar un impacto sanitario aún mayor”.
Las subvariantes de ómicron, como la BA.4 y la BA.5, siguen provocando oleadas de casos, hospitalizaciones y muertes en todo el mundo.
El Comité señala que la vigilancia se ha reducido considerablemente -incluidas las pruebas y la secuenciación-, lo que dificulta cada vez más evaluar el impacto de las variantes en la transmisión, las características de la enfermedad y la eficacia de las contramedidas.
Además, los diagnósticos, los tratamientos y las vacunas no se están desplegando eficazmente.
Por último, los expertos destacan que existe una importante desconexión en la percepción del riesgo del COVID-19 entre las comunidades científicas, los líderes políticos y el público en general.
“Las nuevas olas del virus demuestran que el COVID-19 está lejos de terminar. A medida que el virus empuja, tenemos que contratacar”, dijo el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Gebreyesus, en rueda de prensa.
Los casos notificados a la OMS han aumentado un 30% en los últimos quince días.
El doctor Tedros instó a los gobiernos a que revisen y ajusten periódicamente sus planes de respuesta al COVID-19 en función de la epidemiología y también de la posibilidad de que aparezcan nuevas variantes.
“Los gobiernos también deben trabajar para revertir la reducción de la vigilancia, las pruebas y la secuenciación, y compartir los antivirales de forma eficaz”, además de seguir “buscando a los no vacunados para construir el muro de inmunidad hacia el objetivo del 70% de vacunación”.
Viruela del mono
La semana que viene, el Comité de Emergencias se reunirá para evaluar si declara la máxima alerta sanitaria por la viruela del mono, después de que el pasado 25 de junio decidieran no hacerlo. Los casos ascienden ya a 9200 en 63 países.
“Vuelvo a insistir en que debemos trabajar para detener la transmisión y para aconsejar a los gobiernos que pongan en marcha el rastreo de contactos para ayudar a detener el virus, así como para ayudar a las personas aisladas”, añadió.
Mientras tanto, la OMS sigue colaborando con la sociedad civil y la comunidad LGBTIQ+, para hacer frente al estigma que rodea al virus y difundir información para que la gente pueda mantenerse a salvo.
Además, está coordinando con los países y los fabricantes el intercambio de vacunas, que actualmente son escasas.
Resistencia antimicrobiana
La OMS publicó este martes un informe que señala la necesidad de acelerar los ensayos de las vacunas relacionadas con la resistencia antimicrobiana que se encuentran en las últimas fases de desarrollo. Aunque existen 61 candidatos vacunales, “la mayoría no estarán disponibles en breve”, dice el análisis.
“La pandemia silenciosa de la resistencia a los antimicrobianos es un problema de salud pública cada vez mayor”, señala el informe. Estas infecciones están asociadas a casi 4,95 millones de muertes al año, de las cuales 1,27 millones se atribuyen directamente a la resistencia.
La resistencia antimicrobiana se produce cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian con el tiempo y dejan de responder a los medicamentos.
Las vacunas pueden prevenir las infecciones y por lo tanto tienen el potencial de frenar la propagación.
El análisis identifica 61 candidatos a vacunas en diversas etapas de desarrollo clínico, incluyendo varios en etapas tardías para hacer frente a las enfermedades que figuran en la lista de patógenos prioritarios. El informe asegura que estos candidatos en fase avanzada tienen una gran viabilidad de desarrollo, aunque advierte que la mayoría no estarán disponibles en breve.
"Prevenir las infecciones mediante la vacunación reduce el uso de antibióticos, que es uno de los principales impulsores de la resistencia antimicrobiana. Sin embargo, de los seis principales patógenos bacterianos responsables de las muertes debidas a la resistencia, solo uno, la enfermedad neumocócica (Streptococcus pneumoniae), tiene una vacuna", explicó el doctor Hanan Balkhy, subdirector general de la OMS para la resistencia antimicrobiana. "Se necesita urgentemente un acceso asequible y equitativo a las vacunas como las del neumococo, para mitigar el aumento de la resistencia a los antimicrobianos", agregó.
El informe reclama un acceso equitativo y global a las vacunas que ya existen, especialmente entre las poblaciones que más las necesitan en entornos con recursos limitados. Además, tiene como objetivo orientar las inversiones y la investigación de vacunas viables.