Así se recoge en un estudio elaborado por investigadores de Canadá y Estados Unidos, y liderado por la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos). El trabajo está publicado en la revista 'Earth's Future', de la Unión Americana de Geofísica.
El mayor interés en el desarrollo del Ártico en alta mar, así como el transporte a través del Océano Ártico Central, puede aumentar la cantidad de basura o contaminantes presentes en las aguas árticas, como microplásticos y petróleo. Los contaminantes en el hielo congelado pueden viajar mucho más lejos que los de aguas abiertas movidos por corrientes oceánicas.
"Esto significa que hay un mayor potencial para que el hielo marino transporte rápidamente todo tipo de materiales, desde algas hasta petróleo", apunta Patricia DeRepentigny, doctoranda en el Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Colorado en Boulder, quien añade: "Es importante tenerlo en cuenta al elaborar leyes internacionales para regular lo que sucede en el Ártico".
Históricamente, las masas flotantes de hielo marino del Ártico podrían sobrevivir hasta 10 años acumulando capas, que duran cada verano y no se mueven muy lejos durante un año determinado. Sin embargo, a medida que el clima se calienta, ese patrón ha ido cambiando.
Si bien la capa de hielo marino se está adelgazando y derritiéndose por completo en vastas regiones árticas en el verano, el área de hielo nuevo formado durante el invierno en realidad está aumentando, particularmente a lo largo de la costa rusa y próximamente en el Océano Ártico Central. Este hielo más delgado puede moverse más rápido en las aguas cada vez más abiertas del Ártico, transportando partículas y contaminantes a las aguas de países vecinos.
ESCENARIOS DE EMISIONES
Los investigadores utilizaron un modelo climático global, junto con una herramienta de seguimiento del hielo marino que DeRepentigny ayudó a desarrollar, para rastrear el hielo marino desde donde se forma hasta donde finalmente se derrite a lo largo del siglo XXI.
Consideraron dos escenarios de emisiones diferentes: el más extremo si no se incrementa la acción climática, con un calentamiento de 4 a 5ºC para 2100 con respecto a la era preindustrial, y un calentamiento limitado a 2ºC inspirado en el Acuerdo de París siempre que se eleve la ambición en la lucha contra el cambio climático. Luego modelaron cómo se comportará el hielo marino en ambos escenarios a mediados y finales de siglo.
En tres de estas cuatro situaciones, incluidas las dos predicciones de mediados de siglo, aumentó el movimiento del hielo marino entre los países del Ártico. Pero en el de altas emisiones a fines de siglo, descubrieron que los países podrían terminar lidiando más con su propio hielo y sus contaminantes que con el hielo de sus vecinos. Esto se debe a que con 4ºC o más de calentamiento en 2100, la mayoría del hielo marino que se congela durante el invierno se derretirá cada primavera en la misma región donde se formó.
RUSIA Y ÁRTICO CENTRAL
La zona económica exclusiva de Rusia y el Océano Ártico Central son dos lugares donde los investigadores esperan que se forme más hielo, convirtiéndose en los principales 'exportadores' de hielo a otras regiones del Ártico.
Una zona económica exclusiva es un área que se extiende a 200 millas náuticas de la costa, sobre la cual un Estado tiene derechos especiales con respecto a la pesca, el envío y las actividades industriales, como la perforación de petróleo en alta mar. Cinco países tienen zonas económicas exclusivas en el Ártico: Canadá, Estados Unidos, Rusia, Noruega y Dinamarca (ésta, a través de Groenlandia).
DeRepentigny y sus colegas descubrieron que la cantidad de hielo procedente de Rusia que luego se derrite en otra zona económica exclusiva se duplicará a mediados de siglo.
Sin embargo, el Ártico Central es un lugar donde ningún país tiene derechos económicos exclusivos. Debido a que el Ártico está más libre de hielo en los veranos, esa zona se convertirá en una ruta atractiva para el transporte, especialmente porque los barcos no necesitan obtener permiso de otro país para viajar a través de él.
"Eso tiene varias implicaciones", indica DeRepentigny, quien se pregunta: "¿Quién es responsable de los contaminantes y materiales que se derriten en el Ártico central o se exportan fuera del Ártico central a diferentes países? Ya no es solo una cuestión nacional".