Los que no pretendían gobernar, sino montar el circo en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, como siempre lo han hecho, los pasados martes 13 y miércoles 14 de junio, nos han dejado un mal sabor de boca.
Por lo menos a los de mi generación, que soñábamos que unos hombres educados, cultos y bien intencionados serían nuestros representantes. Y que la gentuza jamás se sentaría en el hemiciclo para defendernos. Nunca llegué a imaginar que agresores sexuales, terroristas de ETA, pedófilos y demás delincuentes tuvieran sueldo como miembros electos del Parlamento de España.
Uno tuvo la santa paciencia de escuchar, ver, las intervenciones de todo el arco parlamentario esos dos días que marcarán un antes y un después en la teatralización del parlamentarismo con fines ajenos a lo que debía ser una moción de censura y candidatura alternativa a la presidencia del gobierno. Y como asistí en mayo de 1980 a la que le presentó el Partido Socialista a Adolfo Suárez, que perdió por muy pocos votos, puedo comparar ambas mociones de censura.
Entonces fueron unas intervenciones, la de Felipe González exponiendo un programa de gobierno alternativo, entre otras, donde no se mascaba el odio, la revancha, que sí hemos saboreado, con creces, en las intervenciones de los podemitas Pablo Iglesias y su actual novia, Irene Montero.
Y es que una parte de esta España cainita justifica el insulto a cuenta de que en las filas del PP se ha descubierto una banda de saqueadores de comisiones. Y por fortuna, todos están desfilando por los tribunales de justicia, cuando no son internados en Soto del Real. Hay quien dice que la calle, si la dejan, pasaría a guillotina a los ladrones y saqueadores. Manejar los sentimientos populares para provecho político tiene delito.
La dignidad de nuestro parlamento quedó saldada con la breve intervención de la Canaria Ana Oramas, que en cinco minutos, no necesitó más, afeó la conducta de un Pablo Iglesias al que le llamó de todo... elegantemente. Especialmente los canarios ven con tristeza lo que el populismo ha generado en Venezuela. Es una tierra plagada de empresarios de las islas que han sembrado el país caribeño, ahora destrozado por unos políticos golpistas que no dudan en enviar a las tropas a disparar contra los jóvenes manifestantes que piden comida...
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