Desde hace varios días, Carlos Puigdemont y la cúpula soberanista vienen incordiando con el encargo de la fabricación de las urnas, que en esta ocasión serán de plástico, dado que el rigor y la trascendencia del próximo referéndum no admite que los votos sean depositados en cajas de cartón.
Algo muy cutre que ya fue criticado en el simulacro de votación anterior, pretendiendo dar a entender que en esta ocasión el plebiscito va a celebrarse, con o sin la autorización gubernamental.
En la misma línea y para revestir de mayor seguridad la materialización del citado referéndum, el presidente catalán decidió alquilar una gran sala con capacidad para 250 personas en el Ayuntamiento de Madrid, con la aquiescencia de la alcaldesa, Manuela Carmena, en la cual pretende exponer su “oferta de consulta pactada”, nuevo nombre adjudicado a la provocación separatista.
Si Mariano Rajoy ya se ha manifestado repetidamente que la consulta no será celebrada, ¿a qué viene entonces la cursi y retórica apelación de evitar el aislamiento afirmando que “en un mundo global debemos evitar toda tentación de desconexión”? Ocupando la Presidencia del Gobierno, obviamente es el primer interesado en dar ejemplo a la hora de defender la inequívoca unidad de España. Motivo por el cual resulta totalmente improcedente el continuar con advertencias al mandatario catalán.
Lo suyo, lo correcto y adecuado por parte del Presidente del Ejecutivo habría sido negar la utilización de dicho espacio, si bien, una vez accedido debería haber apoyado la postura del portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Martínez-Almeida, tras haber demostrado su total desacuerdo con el uso de un recinto público para celebrar un evento precisamente en favor del proceso independentista, cuya intención es alentar el mencionado referéndum, pretendiendo romper el orden constitucional español.
Con esta nueva y despreciable provocación catalanista, lo único que se está consiguiendo es el enrarecimiento de la situación, y como consecuencia, el incremento de expectativas por parte del colectivo independentista, cuando lo procedente es zanjar el tema cuanto antes y de una vez por todos, prohibiendo todo tipo de amagos e insinuaciones.
No es menos cierto que los últimos acontecimientos relacionados con la corrupción existente en el PP, acrecentados por la presión de los partidos de la oposición, está generando que varios dirigentes de la formación conservadora se sientan acosados e insultados. La aparición del caso “Lezo” y el hecho de que casi todos los días se descubran nuevas y presuntas irregularidades lo complican todavía más. En paralelo, también está creciendo el número de militantes que critican y con razón a la dirección del partido por no haber efectuado una limpieza a fondo hace mucho tiempo, y con posterior prueba del algodón incluida.
La estrategia actual del PP pasa por blindar la imagen del Presidente sobre la detención y posterior encarcelamiento del expresidente de la Comunidad de Madrid, lo cual resulta harto difícil, puesto que lo más probable es que continúe apareciendo nueva información de presunta corrupción y coincidiendo además con dos citas muy comprometidas e incómodas para Rajoy. La primera como testigo en la Audiencia Nacional, y una segunda como responsable político en el Congreso de los Diputados. La financiación del partido es otro aspecto que continúa pesando y con muchas probabilidades de que terminen descubriéndose nuevas cantidades e implicados, e incluso, acusándose entre ellos.
Que la regeneración es una necesidad perentoria nadie lo cuestiona, pero para materializar dicha acción, previamente, tendría que desaparecer el propio Mariano Rajoy y todos los de su cuerda. Son muchos los altos cargos del PP que ya están acostumbrados a convivir con la mentira, la propia corrupción, la desvergüenza, etc. Y la tolerancia ya está llegando a su fin. Desde la implantación de las redes sociales, guardar secretos es prácticamente imposible, como lo demuestran los medios de comunicación prácticamente a diario con las consiguientes consecuencias...
Rajoy, nuevamente, demuestra que es un mago eludiendo, evitando e incluso desapareciendo cuando las circunstancias lo aconsejan. En otro orden de cosas, la baja categoría intelectual y política de los líderes de la oposición también juega a su favor tal como demuestra en sus enfrentamientos parlamentarios. Para más INRI, los socialistas con sus intercambios de bofetadas dialécticas del último debate, no hacen más que allanarle el camino para coronar su segunda y ansiada legislatura que no merece pero que le permitirá seguir de inquilino en La Moncloa, e incluso el haber evitado (presuntamente) la pesadilla de su vida, que como todos sabemos consistía en la profecía de haber pasado a la historia con el título de "Mariano I el Breve"... ¡¡Tiempo al tiempo!!
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