Si alguna vez haces un juramento que no piensas cumplir mejor que no digas que cuando lluevan ranas porque podría pasar y, de hecho, en algunas regiones del planeta ha pasado, como también las lluvias de peces.
En algunos lugares del mundo se ha producido la conocida lluvia de peces que, como su nombre indica, es un fenómeno en el que caen literalmente peces del cielo, normalmente tras una tormenta.
¿Por qué se produce la lluvia de peces?
Muchas veces se ha debatido si se trata de una realidad o un mito, pero el fenómeno tiene una explicación científica que básicamente está asociada a trombas marinas. Los fuertes vientos forman remolinos sobre el agua, que atrapan a animales elevándolos al cielo que, posteriormente, caen en forma de precipitación en cualquier otro lugar.
La lluvia de animales suele ser violenta, pudiendo incluso caer al suelo congelados al haberse elevado a una altitud tal que la temperatura sea bajo cero, por lo que hay que tener mucho cuidado si ocurre este suceso.
El “milagro” de la lluvia de peces de Honduras
Cada año se registra en la localidad de Yoro, al norte de Honduras, un fenómeno que ocurre entre los meses de mayo, junio y julio. Esta lluvia de peces coincide con la temporada de lluvias y cubre las calles y ríos de la zona.
Los habitantes se lanzan a las calles durante la lluvia para atrapar a los animales, que en algunos casos llegan a cocinarlos. Aunque la explicación real se desconoce, es cierto que rara vez se repite el fenómeno en el mismo lugar dos años consecutivos, aunque sí afecta a poblaciones cercanas.
Puede ser cualquier animal
Aunque la lluvia de peces es la más conocida, se han dado casos de “lluvias de ranas” o incluso “lluvias de gambas”, para sorpresa de los viandantes.
Por ejemplo, en la ciudad española de Alicante en 2007 tuvo lugar una lluvia de ranas, al igual que en Massachusetts (EE.UU.) en 1953, donde millares de ranas cayeron del cielo en Leicester. La Scientific American publicó un informe hace dos décadas acerca de una lluvia de serpientes en Memphis en 1877, aunque no hay material fotográfico que lo corrobore.
Y es que, después de la tormenta, ¿siempre llega la calma?
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