A pesar de unos días de respiro, el tiempo volverá a estabilizarse y a ofrecernos temperaturas estables para disfrutar de unas semanas extra de calor. ¿Habías vaciado la piscina? Atento porque esto te va a interesar dentro y fuera de casa…
El agua corriente se ha convertido en un indispensable de nuestros hogares. Tanto es así que no reparamos en la falta que nos hace hasta que sufrimos una avería. Y es que, en estos tiempos de domótica y nuevas tecnologías, ¿Qué sería de nosotros sin agua?
El correcto tratamiento del agua puede ayudarnos a devolver el vigor a nuestros electrodomésticos, y es que la calcificación puede suponer un grave problema y afectar, entre otras cosas, al sabor de la propia comida, ocasionando incluso algunos problemas digestivos en los que no nos queremos detener.
¿Qué es la calcificación y cómo combatirla?
Hablamos de la presencia en exceso de carbonato cálcico y magnésico en el agua, algo que se puede corregir de una manera sencilla gracias a los distintos procesos de descalcificación que hay en el mercado.
Para entenderlo bien, se trata de un intercambio de iones minerales, es decir, los iones de calcio y de magnesio que son los responsables de la dureza del agua, y de que se produzca la calcificación. Lo que se hace con este proceso es sustituirlos por iones de sodio, formando carbonato sódico. Esto se consigue gracias al paso del agua por un lecho de pequeñas resinas que provocan este intercambio iónico.
Si bien, cabe destacar que con este proceso natural se consigue un agua blanda con mejor sabor, mejorar tal y como hemos dicho antes el rendimiento de los pequeños y grandes electrodomésticos, ahorrar en detergentes, jabones e incluso un pelo y una piel más suaves y saludables.
Y no solo eso, ya que este proceso afecta también a nuestras piscinas. Por ello, aconsejamos tratamientos con sal marina, es decir, la aplicación de la sal en la cloración, ya que también nos permitirá tener un agua más sana y antiséptica, así como un sistema más seguro al no tener que manejar productos químicos y, por qué no decirlo, mucho más económico.