El portal oficial de turismo de España señala que se entiende su éxito si se contempla desde el mirador de San Nicolás, al otro lado del río Darro. Mejor si se hace al caer el sol, acompañados por las guitarras y el cante de los artistas de espectáculos callejeros. Al expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, le bastó unas pocas horas allí para declarar que era “el atardecer más bello del mundo”.
Si te estás preguntando cuál es el origen del monumento que visitan casi tres millones de personas al año, necesitas saber que su nombre procede del árabe: al-Hambra (‘la roja’). Fue concebida a entre los siglos IX-XII como una zona militar (Qal'at al-hamra, ‘Fortaleza Roja’), pero no solo para eso: la Alhambra fue un fortín, un palacio nazarí y una medina (pequeña ciudad), todo a la vez. Hasta 1492, cuando se convirtió en una corte cristiana tras la reconquista de Granada por parte de los Reyes Católicos.
Como la zona monumental es enorme y está llena de detalles, la visita a la Alhambra nunca es corta. Hay quien la hace en una o dos horas, pero los amantes de la historia se pueden demorar más de cinco. Desde la Alcazaba a los Palacios Reales, el coqueto Cuarto Dorado, la majestuosa Sala de Comares, el palacio renacentista de Carlos V (hoy, Museo de Bellas Artes) o el célebre Patio de los Leones… ¿Por dónde comenzar?
Se aconseja iniciar el recorrido por los espléndidos jardines del Generalife, la residencia de verano de los sultanes. A continuación, se pasa por los majestuosos palacios nazaríes hasta el fotogénico Patio de los Leones y su sonora fuente, una de las más famosas del mundo. Y si deseas alargar el paseo, acércate a la Alcazaba, la parte más antigua del conjunto.
Dado que es el monumento que nadie quiere perderse en una visita a Granada, lo mejor será reservar entrada (con antelación máxima de 3 meses y hasta 2 horas antes de la visita) en la web oficial.