Este estado especial de consciencia, conocido por todas las culturas tradicionales, puede entrenarse y, generalmente, se asocia a una sensación de bienestar y plenitud. En el polo opuesto estaríamos haciendo algo en piloto automático, sin darnos cuenta de qué, ni de cómo funcionamos, con descuidos hacia nosotros mismos, que a menudo nos producen insatisfacción y, en algunos casos, enfermedades.
Al igual que se puede mejorar la forma física mediante el ejercicio regular, la atención plena puede desarrollarse mediante prácticas mentales deliberadas, que implican una introducción y práctica de la meditación.
La practica del mindfulness procede de antiguas prácticas espirituales orientales, introducida por Erich Fromm, basada en la práctica habitual del zen.
En occidente los médicos receptivos a estos enfoques del lejano oriente, que buscaban soluciones a nuestros problemas de salud mental, comprobaron su eficacia en los tratamientos con pacientes depresivos y para la reducción del estrés. Desde entonces, el ámbito terapéutico ha ampliado su espectro de trabajo hasta llegar a integrarlo en estilos de vida saludable.
Mindfulness responde a la tendencia actual de nuestra sociedad de consolidar una mejor salud integral, y representa un vehículo más, para facilitar la transformación individual y social.
También constituye una terapia de tercera generación, basada en la evidencia, despojada de rituales o doctrinas.
Los actuales avances en neurociencia han permitido demostrar resultados que confirman los efectos de programas de mindfulness en diferentes grupos de población, desde los niños a la tercera edad.
Mindfulness ha demostrado su eficacia tanto en el tratamiento de enfermedades psiquiátricas (depresión, ansiedad u obsesiones) como médicas (dolor, hipertensión o cáncer). También se emplea con éxito en entornos educativos, en el ámbito empresarial y en el mundo del deporte.
Integra una técnica psicológica que permite ser practicada por personas de cualquier creencia religiosa. Y es que el mindfulness se ha convertido en un componente cada vez más popular de los cursos para la formación de personas en su trato con los demás, el control del estrés laboral y tareas en las que la gestión de la comunicación es fundamental. Sin embargo, los efectos de la atención plena integrados en la vida cotidiana, son cuestión propia a cada uno de nosotros.
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