Carcedo realizó esta reflexión en su intervención en la jornada 'Depresión y suicidio, la realidad silenciada', organizada por el Grupo Prisa, en la que también señaló que, según los datos más recientes de la OCDE, uno de cada seis europeos sufrió algún problema de salud mental en 2016. Y que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo: “La OMS prevé que en 2030 esta sea la primera causa de discapacidad”, destacó.
Asimismo, en su discurso llamó la atención sobre la complejidad de la depresión, no sólo por sus causas y síntomas sino sobre todo para ser combatida. “En determinados contextos hablar de los sentimientos y las emociones sigue estando penalizado y, en otros, ocurre casi lo contrario: la depresión y sus consecuencias se ha banalizado tanto que no se le concede la importancia que merece”, aseguró.
“Los enfermos la describen con frecuencia como un largo y oscuro túnel a través del que avanzan y avanzan intentando encontrar la salida”, profundizó la ministra y agregó que cuando la depresión es intensa y sostenida en el tiempo “puede convertirse en una enfermedad muy grave que provoca graves alteraciones físicas y cognitivas, angustia mental y repercute enormemente en las tareas cotidianas y las relaciones personales”.
En esa situación los enfermos se sienten culpables por no encontrar una salida y los familiares y amigos desesperados porque no saben cómo actuar. La ministra, sin embargo, lanzó un mensaje de esperanza: “En la gran mayoría de los casos la depresión tiene cura; sólo cuando no se detecta a tiempo o no se ponen los medios adecuados se puede complicar y acabar en suicidio”.
Sobre el suicidio, Carcedo recordó que la OMS ha alentado a los países a considerar la prevención del suicidio como una prioridad alta en sus programas de salud pública. Y, en esta línea, “el Ministerio en el ámbito de la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental, en la que trabaja de manera conjunta con las comunidades autónomas y las asociaciones se ha priorizado como una línea estratégica la prevención, detección precoz y abordaje de la conducta suicida”.
Los tres ejes en los que se articula esta línea estratégica son la sensibilización y mejora de la información a la población a través de la concienciación promovida por instituciones públicas, medios de comunicación y entidades sociales; la detección precoz del riesgo suicida y la elaboración de procesos asistenciales integrados de atención a las personas con dicho riesgo.
La ministra hizo hincapié en la especial importancia que tienen los medios de comunicación y cómo influye el hecho de que realicen una cobertura informativa adecuada, no sensacionalista de los suicidios para ayudar a prevenirlos. “Un tratamiento informativo basado en datos contrastados, donde se faciliten recursos de ayuda y testimonios en primera persona pueden contribuir a reducirlos”, concluyó.