Con motivo de la celebración el pasado sábado del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, la AECC recordó que esta patología en España tiene una tasa de supervivencia a cinco años tras el diagnóstico superior al 90%, lo que significa que más de 90 de cada 100 personas que padecen este tumor continúan vivas.
Además, según un estudio de 2017, se estima que un 16% de las mujeres que fueron diagnosticadas de cáncer de mama en España durante este año tenían una situación de riesgo socioeconómico en el momento del diagnóstico. Para un total de 4.223 mujeres en edad laboral, ya sea por encontrarse en desempleo (con o sin prestación), ser trabajadoras por cuenta propia, y/o disponer de bajos ingresos, el cáncer supone un serio agravante a su situación socioeconómica previa.
COSTE ECONÓMICO
De hecho, el Observatorio del Cáncer asegura que un total de 2.030 mujeres en situación de desempleo se diagnostican cada año de cáncer de mama; 1.252 son autónomas y 941 son trabajadoras por cuenta ajena con rentas inferiores al Salario Mínimo Interprofesional (SMI).
A esta situación se suma que, además de contar con bajos ingresos, las mujeres afectadas también tienen que asumir 150 euros aproximadamente, al mes, de gastos derivados de la enfermedad (aumentando el gasto en salud del presupuesto familiar, de un 3% en situación de ausencia de enfermedad, a entre un 7% al 11% en situación de enfermedad).
APOYO Y ACOMPAÑAMIENTO
La AECC también destaca que un total de 15.017 mujeres con cáncer de mama fueron atendidas en los servicios de apoyo de esta organización. Los servicios prestados por la AECC giran desde el acompañamiento a través del voluntariado hasta la atención psicológica especializada, atención social, programas de bienestar, rehabilitación física y atención médica-sanitaria.
En cuanto a la investigación, la Asociación Española contra el Cáncer tiene en estos momentos 24 proyectos en esta enfermedad por un total de 6,3 millones de euros.
IMPACTO DE LA ENFERMEDAD
Desde la AECC subrayan que en el momento del diagnóstico de cáncer de mama, durante los tratamientos e incluso después con la vuelta a casa, “es frecuente que la persona, la familia y el entorno tenga que adaptarse a diferentes cambios y procesos de toma de decisión que, en muchas ocasiones, suponen un elevado nivel de estrés y un impacto emocional importante”.
Aunque los avances técnicos y científicos han sido notables en los últimos años, “el tratamiento del cáncer sigue siendo agresivo y difícil de afrontar. Los tratamientos pueden suponer una interrupción en la vida cotidiana y, en ocasiones, una gran incertidumbre con respecto al futuro”.