La recuperación del horario de invierno podría no solo no implicar un mayor descanso, sino más bien todo lo contrario. ¿El motivo? Que según los último sondeo realizado por el comparador de seguros de salud Acierto.com, son muchos los usuarios que se sienten más cansados con el cambio.
De hecho y precisamente este verano el asunto se convirtió en motivo de polémica después de que la Comisión Europea propusiera eliminarlos. Casi el 85% de los ciudadanos está a favor de hacerlo. En el caso de los españoles el porcentaje asciende al 93%. No es de extrañar si tenemos en cuenta los últimos hallazgos al respecto, sobre todo desde el punto de vista de la salud. Y es que el cambio de hora de otoño no solo puede causar estrés, irritabilidad y problemas de sueño, sino que está relacionado con un aumento de los suicidios, los accidentes de tráfico y la delincuencia.
Efectos en nuestra salud
La luz es un regulador natural de nuestros procesos e incide directamente en la secreción de melatonina, la hormona encargada de regular el sueño (cuanta más luz, menos melatonina). Lo habitual es que tardemos entre dos y tres días en reajustarnos. Sin embargo, entre tanto es posible que durmamos peor, experimentemos cambios en el estado de ánimo, y que nuestro rendimiento intelectual y físico disminuya -se estima que nuestra productividad se reduce en las dos semanas siguientes-.
Las últimas cifras, asimismo, indican que durante los tres días posteriores al cambio de octubre -que nos deja con menos horas de luz- se incrementan el número de suicidios. También, y en términos más generales, crece la delincuencia. Durante el cambio primaveral sucede algo parecido con los infartos de miocardio (aumenta hasta un 21% el riesgo de padecerlo), los accidentes cardiovasculares y los accidentes de coche (si no se cambiara la hora se evitarían hasta 171 muertes anuales), relacionados, a su vez, con la falta de sueño. Además, crece el riesgo de sufrir hipertensión y depresión.
Por no hablar de aquellos pacientes más sensibles como los que padecen el síndrome del Ocaso o, sencillamente, los ancianos y los niños, que acusan estos cambios horarios en mayor medida.
La visita al especialista, clave
Como comentábamos, existen personas más vulnerables a estos cambios. Si ese es nuestro caso, contar con un seguro de salud será de gran ayuda. Por ejemplo,en el desarrollo de la hipertensión comentada intervienen factores genéticos que podemos atajar con la ayuda de un buen especialista. La facilidad de acceso a pruebas específicas también será clave. Otra ventaja de tener una póliza de esta clase es que podremos acceder a clínicas del sueño fácilmente para detectar si tras estas alteraciones y molestias del cambio horario se encuentra algo más grave como un trastorno del sueño que permanece en el tiempo.
Por último, una visita al nutricionista o endocrino tampoco nos vendrá nada mal para controlar desde un punto de vista hormonal cómo influye lo que nos llevamos a la boca en nuestra calidad de vida y de sueño (de nuevo).
En cuanto a los accidentes de coche, contar con una buena póliza de seguros con amplias coberturas también nos ayudará, especialmente si, como consecuencia del cambio horario, estamos “despistados” y no tenemos claro de quién ha sido la responsabilidad del siniestro. Y respecto a la delincuencia, el seguro de hogar será clave. Este suele hacerse cargo no solo de los objetos sustraídos, sino también de los daños causados durante el robo, la reparación o reemplazo de la cerradura, etcétera.
Algunas entidades incluso se responsabilizan de los atracos acaecidos fuera del domicilio -si nos roban el bolso del coche, por ejemplo-. No ocurre lo mismo con los hurtos, que se producen sin violencia y sin que nos demos cuenta. En todo caso, lo más conveniente será comparar entre las diferentes alternativas para ver cuál es la que mejor se ajusta a nuestras necesidades.
Otros consejos para adaptarte al cambio
Por otra parte, existen una serie de consejos que puedes poner en marcha para mitigar los efectos del cambio horario o para adaptarte a él más rápidamente. Esta semana, por ejemplo, intenta retrasar la hora a la que te vas a la cama quince minutos hasta el domingo. Trata de levantarte también un poco antes. Puedes hacer lo mismo con las comidas para despistar lo mínimo posible tus biorritmos. Y ojito con las cenas pesadas.
Si te sientes cansado, no te eches la siesta, lo único que conseguirás, si no estás acostumbrado, es alterar todavía más tu reloj interno. Tampoco resulta conveniente hacer ejercicio poco antes de acostarnos, ya que lo que le estaremos diciendo al cuerpo es que tiene que mantenerse activo. Pero no lo descartes, uno moderado te ayudará a aumentar los niveles de serotonina (que te permitirá conciliar el sueño). Encuentra también momentos de ocio para relajarte.
La luz de los dispositivos electrónicos antes de dormir tampoco nos ayudará, pues se trata de falsos soles que generan la falsa sensación de que es de día y nos mantienen despiertos. Por el contrario, exponernos a la del sol durante el día -que suprime la secreción de melatonina- sí lo hará. Evita también la cafeína y el alcohol.
En todo caso, es imprescindible comentar que no todos tenemos el mismo ritmo, y que la sincronización con el día y hábitos no son los únicos que lo marcan. Aquí estamos hablando del cronotipo, determinado, entre otros, por condicionantes genéticos. Y la edad cuenta: los jóvenes tienen un reloj mucho más fuerte y se recuperan antes. Dicho lo cual y a la espera de una decisión sobre este cambio, trataremos de adaptarnos lo mejor posible y de consultar al especialista en caso de necesitarlo.