El nuevo ataque al único periódico que no defiende las tesis nazionalistas, Crónica Global, demuestra cómo la hipocresía de unos partidos que se dicen de izquierda miran para otro lado porque en el fondo aplauden a los cachorros violentos que se dedican, enmascarados, a atacar sedes de partidos, empresas, medios informativos, para alcanzar lo que en otra región de España, en el País Vasco, lograron en las décadas del setenta, ochenta y noventa. Que cientos de miles de vascos se marcharan porque no aguantaban la presión de los partidarios de los terroristas de ETA.
Barcelona ya sufrió en la década de los setenta el terrorismo, asesinando a personas representativas, como al empresario José María Bultó, en mayo de 1977, y al exalcalde Joaquín Viola y su esposa, con bombas en el pecho en enero de 1978. Su autor, Jaume Martinez Vendrell, ahora es recordado con honores en TV3, con el cinismo de quienes no pretenden otra cosa que una limpieza étnica en la región donde en las últimas elecciones ganó, precisamente, quien defendía la unidad en lugar de la secesión.
En Cataluña hace años que se respira un aire cínico y revanchista cuando se permite, entre otros despropósitos, que el Ayuntamiento de Santa Coloma (Barcelona) dedique una calle a dicho asesino, que no a sus víctimas. Cuando el partido de Junqueras, ERC, se opone a que se retire ese honor al terrorista. Cuando los policías de la Generalidad, los Mossos, miran para otro lado porque de sobra saben quiénes son los doce violentos que hacen pintadas y rompen las lunas de las sedes que no defienden el lazo amarillo.
Si la autoridad competente no frena estos actos, de terrorismo puro, la escalada de las amenazas aumentará un grado y en cualquier momento pueden pasarse de la raya. Porque de eso se trata, claro, de que se generalicen los actos violentos contra políticos de Ciudadanos, socialistas, empresarios y medios de comunicación que no están a favor de esa limpieza étnica de catalanes no republicanos. Adolf Hitler también ganaba las elecciones en la Alemania de 1932 y 1933. Tener muchos votos no justifica el crimen. Por supuesto que no.