¿Por qué empiezas a escribir relatos? ¿De dónde nace esta vocación?
Imagino que todo viene de la certeza de que no hay nada más difícil que escribir un buen relato y la naturaleza humana siempre que afronta un reto quiere empezar por lo más difícil.
¿Qué sentiste cuándo empezaste a ver que reconocían tus obras con premios?
Hace tanto ya que apenas lo recuerdo. Imagino que me creería el mejor escritor del mundo y que estaba inventando la literatura. Por suerte se me pasó pronto.
¿Fueron estos reconocimientos los que te llevaron a escribir ‘El baile de las lagartijas’ (2011)?
Creo que hubiera escrito ‘El baile de las lagartijas’ de todos modos. Es una novela construida a base de pequeñas historias que de algún modo eran una continuación de los relatos que ya había escrito.
Tu primera novela fue galardonada con el XXVII Premio Internacional de Novela Ciudad de Valencia Blasco Ibáñez. ¿Cómo se toma este reconocimiento un “debutante”?
En cierta manera como un alivio. Había muchas horas de trabajo detrás de esa novela. Nunca me he movido por círculos literarios y mis contactos eran escasos por lo que en aquel momento pensaba que la obtención de un premio de cierta relevancia facilitaría que mi obra fuera publicada.
El propio Antonio Gala describió tu primera novela como “el libro más emocionante y hermoso en que se ha concretado, hasta ahora, el realismo mágico”, mientras que en ‘La mejor de las vidas’ vimos cómo seguías esta línea. ¿Qué podemos encontrarnos en ‘El ladrón de vírgenes’?
En realidad, no creo que mis novelas sigan una línea común más allá del sentido estético y de la búsqueda de nuevos caminos narrativos. Con ‘El Ladrón de vírgenes’ he tratado de llevar ese cuidado de la forma hacia un ritmo más acelerado dentro de una trama de aventuras y de reflexión sobre ciertas creencias que damos por sentadas.
¿Cómo surge la idea que desemboca en esta novela?
La idea de una historia sobre una banda de ladrones de arte la tuve ya hace varios años con el descubrimiento de un personaje fascinante: René Alphonse van den Berghe, más conocido como Erik, el belga. Se trata del mayor ladrón de arte sacro de Europa en el siglo XX, se le cuantifican robos en iglesias de más de veinte países y una treintena de ellos solo en España (reconocidos por él, pero se cree que el número es muchísimo mayor debido a que muchos de estos robos aún no han prescrito o las obras siguen desaparecidas). Además, Erik, el belga, es un reconocido pintor y un reputado falsificador.
Por otro lado, para mí resulta muy llamativo y curioso todo lo que rodea a una religión, desde la devoción de un solo individuo hasta el sentimiento colectivo de fervor por una deidad o por algo material a lo que se le atribuye cualidades mágicas o curativas de acuerdo al sincretismo, a una narración oral o a un texto escrito hace siglos. Me interesaba enfocar estas dudas y esta curiosidad desde una visión imparcial, del que observa desde fuera sin juzgar y se esfuerza por comprender la importancia que puede tener para los fieles un ritual religioso, una reliquia, una representación de un santo, de un dios o de una Virgen.
La idea de abordar todo este análisis de la importancia de la religiosidad y de las maneras que tiene la religión para adaptar la historia a su ideario a través de las peripecias de una banda organizada de ladrones de arte religioso, me pareció lo suficientemente atractiva como para elaborar un argumento con este trasfondo.
Algunos críticos hablan de que David de Juan se ha pasado a la “novela negra”. ¿Te molesta que te encasillen? ¿Por qué el cambio a este género?
Ya he aceptado que es imposible librarse de las etiquetas. La vida de un libro es muy breve y periodistas, libreros y editores necesitan colocar el libro en alguna estantería en base a una palabra. Dicho esto, no considero ‘El ladrón de vírgenes’ como una novela de género negro. Es más bien una novela transgénero, así lo han visto la mayoría de los lectores y tengo que decir que eso me causa una gran satisfacción.
En esta novela hablas de “las mentiras que encierra toda religión”, ¿tienes miedo a las críticas de los más ortodoxos?
En absoluto. El tema de la religión se toca principalmente desde un punto de vista antropológico e incluso una de las tesis centrales de la historia es que el instinto de religiosidad es beneficioso y exclusivo de Homo Sapiens. En evolución todo aquello que carece de función desaparece o queda de un modo vestigial, sin embargo, nuestra especie ha conservado siempre ese instinto o necesidad de apoyar ciertas creencias en una entidad abstracta todopoderosa. Todos los seres humanos conservamos ese instinto. Así ha sido desde el Paleolítico Medio hasta la actualidad. Desde las religiones animistas hasta el capitalismo, desde el politeísmo hasta la ciencia como idea abstracta capaz de arreglarlo todo. Incluso el fútbol tiene todos los componentes de adoración y superstición de cualquier religión. Solo aquellos con ideas creacionistas o que sigan creyendo en Adán y Eva podrían ofenderse con las reflexiones de la novela.
Algo que se ha puesto de moda últimamente es adaptar algunos libros a la televisión o a la gran pantalla. ¿Crees que alguna de tus novelas está predispuesta a ello?
Creo que a cualquier escritor le gustaría por la difusión que eso supondría para sus novelas. Aunque cuando uno escribe no puede pensar en esas sinergias. Para mí son lenguajes distintos. Si tengo que pensar en un título que podría ser más adaptable es ‘La mejor de las vidas’.
Como escritor joven, ¿Qué papel tienen para ti las redes sociales en la actualidad?
Es difícil de decir. Durante un tiempo se ha pensado que eran la solución a todos los problemas y luego se ha visto que tienen aspectos tan positivos como negativos. Algunos escritores las saben usar muy bien y sacarles mucho partido, de la misma manera que hay escritores jóvenes de mucho éxito que no tienen perfiles en redes sociales. Otros, sin embargo, a base de insistir y no saber enfocar su mensaje cada vez que publican en sus perfiles pierden lectores.
Hablando hace poco con un compañero escritor, nos decía que todos los autores tienen una historia por narrar, pero que por una razón u otra al final se queda en un limbo literario del que pocas salen. En su caso era una autobiografía, o alguna historia que se pudiese asemejar a su vida. ¿Tienes tú alguna historia por contar pero que no termina de salir o te gustaría guardarte para ti?
Por eso escribir bien es la actividad más difícil que hay. Todo lo que he escrito ha sido imposible de escribir hasta que lo he terminado (si es que alguna vez se termina). Hay que convivir a diario con esa frustración, ponerte a nadar a oscuras y avanzar sabiendo que por mucho que te esfuerces terminarás por ahogarte antes de alcanzar la orilla.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Nunca hablo de proyectos, solo de realidades. La razón es que en general casi todos los proyectos terminan por desmoronarse de un modo u otro.
¿Un mensaje para animar a nuestros lectores a comprar tu última novela?
Soy muy torpe ejerciendo de comercial o de prescriptor de mis novelas. Les animaría a que buscasen referencias en internet de otros lectores y críticos que se han acercado a mis libros. Lo que ellos han dicho es mucho mejor de lo que yo podría decir.
Y ahora un reto: ¿Qué mensaje les mandarías a aquellos que aún no han descubierto o no se han dejado llevar por el placer de la lectura?
Que la lectura te hace descubrir que no estamos tan solos como en realidad estamos.
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