Es decir, todos perseguimos nuestros objetivos. El día que alcanzamos un puesto de responsabilidad y mando seguimos buscando nuestros intereses, aunque estos sean que luchemos por lo que creemos mejor para nuestra organización colectiva. Incluso aunque llevemos a cabo grandes sacrificios, puede que en realidad estemos perjudicando a otro u otros, por ello hemos de dejarles defenderse y que alguien “Objetivo”, que puede ser un árbitro o un Juez imparcial, evalúe quien de los dos tiene más razón. Miren si es importante, que existe una única jurisdicción en España, que es la Contencioso-administrativa, en la cual cientos de jueces juzgan cada día si la administración pública aplica bien o mal las leyes. Se asustarían Vds. de las sentencias que son favorables al administrado, señal de que la Administración se pasa y lucha de forma ilegal por perseguir sus exclusivos intereses caiga quien caiga. Si no existiesen esos jueces, qué no aplicarían en contra del administrado.
Aceptando que lo anterior es así, sobre lo que ya hay publicado miles y miles de libros, lo que la experiencia nos ha demostrado es que es imprescindible que existan los objetivos, deseos e ilusiones personales, pero es imprescindible un marco de instituciones públicas que regulen, con la mejor técnica jurídica, ese choque de intereses y que surja con esa legislación el mejor equilibrio posible entre todos esas legítimas ambiciones.
No se trata “a priori” de buenos y de malos, ese es un concepto que se acuña mucho más tarde en el desarrollo –ya muy amplio y extenso- de los grupos sociales organizados. Son las culturas ya muy completas y profundas las que comienzan a buscar y aplicar el concepto estricto de “Bien” y “Mal”. Hasta ese momento, y aún en muchas aplicaciones prácticas lo que se aplicaba –y se sigue aplicando- es el concepto de “Fuertes” y “Débiles”.
¿De donde surge pues el concepto de bien y mal? De la búsqueda de lo que esa cultura cree que es mejor para todos, para el llamado bien común, para el grupo en su conjunto, y sobre todo para la que se les ha demostrado ser “El mejor equilibrio Social”. Si a todas las religiones y culturas no le aplicamos delante esta pregunta, que parece que se da por sobrentendida, el objetivo de: ¿Qué es lo mejor para todos? No entenderemos la respuesta que se nos da –y se aplica por las leyes- de qué es el bien o el mal. Por ejemplo, ¿por qué atacar, herir o matar a otro está mal?, porque si se hace se provocará o la venganza o la defensa a priori y no habrá grupo social que conviva unido. Se romperá al día siguiente, o más aún, no se formará nunca un grupo amplio.
De acuerdo con lo anterior, lo segundo que nos enseña la Psico-Biología es que cada grupo luchará única y exclusivamente por sus propios intereses. Caiga quién caiga. Esto nos explica el aparente absurdo que todas las religiones castigan al traidor o apóstata, pero todas hacen proselitismo para atraer a la suya a los adeptos a las rivales. Todos los estados disponen de un grupo de espías bien pagados, pero todos castigan con la muerte a los espías rivales y los critican y demonizan, ¡Qué curioso!.
Esto anterior ha llevado a todas las guerras de religiones y de naciones enfrentadas con sus vecinas. Por ello se ha demostrado que solo con reglas de convivencia pactadas, convertidas en leyes y tratados y aplicadas por jueces imparciales permite la convivencia en paz y con autonomía de la voluntad individual o de grupos. Miren si es cierto que el Tribunal de la Unión Europea está cansado de condenar a los estados miembros por violar los tratados y las reglas del juego. Nadie es perfecto ni actúa con legalidad si un tribunal no se lo impone.
El tercer gran conocimiento es que, como somos un animal de grupo, nacemos y aprendemos dentro de ese grupo. Este nos da una lengua, criterios y modos de pensar, así como una educación y una formación. Cuando llegamos a los veinte años no somos otra cosa que lo que ese grupo ha depositado en nosotros. Creemos incluso que nuestros gustos son propios, y lo son porque así se nos acostumbró de pequeños. Es cierto que unos serán más fanáticos y otros intentaremos ser más críticos, pero todos estamos inmersos en esas formas de pensar y actuar. Salir de dentro de esos conceptos, que a veces –quizá en la mayoría- son dogmas o costumbres, solo lo podemos hacer con el conocimiento objetivo. Este es el que nos proporciona los estudios sobre la Biología y la Psicología humana.
Si aplicamos conocimientos objetivos, científicos, podremos entendernos con todos los miembros de la especie Sapiens. Porque el gran conocimiento es que todos buscamos solo cinco cosas: Sentirnos seguros, alimentados, que nos quieran y querer, tener una pareja y ser feliz con ella, tener hijos si podemos, y si hemos alcanzado más o menos lo anterior, pues ser reconocidos socialmente, es decir, tener buena fama y que nos alaguen por ella. Y, quizá lo más importante, esos conocimientos obtenidos con la experiencia nos hacen saber que todo esto no podemos conseguirlo devorándonos como perros salvajes a dentelladas, sino con la convivencia pactada, organizándonos y luchando juntos- con reglas del juego- para conseguir la estabilidad para todos los miembros de la especie.
Siento ser estricto, pero quizá no hay otra salida.
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