Eso sí que es auténtico postureo si bien, lo que jamás podría imaginar este esperpéntico personaje, con aspecto de vendedor de peines, que fuesen los propios componentes de su formación quienes le retiraran el apoyo para dedicarse a negociar con la CUP y ERC un nuevo presidente y así evitar nuevas elecciones.
No obstante, el hecho de no ver su imagen en los medios ni escuchar su voz tras haber sido amortizado, ya constituye una gran satisfacción. España no merece ni tiene que soportar partidos y políticos dedicados a destruir la unidad de la Nación.
De cualquier manera debe quedar patente que el apartar a este oscuro personaje de la presidencia de la Generalidad ha sido un acierto, obedeciendo a su nefasta gestión en todos los aspectos y rematado con el patético espectáculo ofrecido desde que decidió liderar el movimiento independentista, al que se aferró para mantenerse en el poder, complicándose a continuación con los desastrosos resultados cosechados en las posteriores elecciones y desafortunadas negociaciones con la CUP que impidieron su nominación como presidente.
Quieran o no reconocerlo, acuerdo alcanzado el pasado sábado día 9 con la CUP ha supuesto la muerte política de Arturo Más, y a su vez el que tanto España, y por ende Cataluña, hayan podido liberarse de tan ambicioso e irresponsable gobernante, considerado como el peor político desde que se instauró la democracia en España y solo comparable con el expresidente y contador de nubes, Rodríguez Zapatero (PSOE), a quien entre otras lindezas le cabe el despreciable honor de haber fomentado la fragmentación de la sociedad catalana en favor de sus propios intereses, tras haber gobernando durante cinco largos y amargos años cuan Maquiavelo de vía estrecha, al que deseamos larga vida pero la más apartado posible de cualquier tarea con responsabilidad política.
Al final y como suele suceder, Mas ha sido víctima de sus propias manipulaciones y pobres estrategias, ejerciendo de “comprador de voluntades” aunque con el peor de los estilos, y todo ello con la única intención de seguir pegado al sillón, lo que le ha humillado todavía más. Miles de veces manifestó que nunca abandonaría la política ni el escaño, para encontrarse ahora con que ha sido la propia política la que le ha abandonado a él, y todo ello por carecer del valor suficiente para presentar la dimisión como hacen los políticos con dignidad de la que por desgracia carece.
Por el momento solo ha desaparecido la persona pero ello no significa que ocurra lo mismo con el problema dado que presumiblemente, el nuevo presiéntete, Puigdemont mantendrá el desafío separatista que ya conocemos: ignorancia de las leyes, proceso constituyente, instituciones soberanistas, etc. Queremos imaginar que el Gobierno de la Nación, tras las experiencias padecidas actuará en consecuencia pero con serenidad y firmeza desde el principio, dado que España no debería soportar un segundo proceso y sometidos a presiones, descalificaciones e insultos de todo tipo como ha venido ocurriendo.
Según parece, con el polémico advenimiento del nuevo presidente de la Generalidad, Puigdemont, todo apunta a que nos encontramos con un clon de su mentor Mas. Inicialmente ha tenido la ocurrencia de tildarnos de "invasores" en nuestra propia tierra. Esperemos que para pronunciar semejante imbecilidad no se inspirase en la famosa serie americana (The Invaders) de los años 1967-68, confundiéndonos con seres de otra galaxia... ¡¡Tiempo al tiempo!!
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