Los estrategas del marketing político de Podemos han tenido la habilidad de hacer un “corta y pega” de las ideas y propuestas que circulan por los medios de comunicación e internet para poner fin al fenómeno yihadista.
Lo primero que choca, tras una lectura atenta, es que en el largo texto de 1.663 palabras sólo se menciona una vez el término “terrorismo”. Es como si Podemos tuviera prevención y reparo en llamar abiertamente terroristas a quienes provocan el terror en las sociedades para conseguir sus fines políticos o de otra índole.
El uso tan medido del término terrorista es una pista bastante ilustrativa de cómo, aunque aquéllos maten, vuelen lugares públicos, fusilen, secuestren, extorsionen o degüellen, a Podemos le incomoda calificar de terroristas a los yihadistas. Es decir, a esa exigua minoría de musulmanes que han elegido el camino de la Yihad o el exterminio de quienes no profesan sus creencias.
A partir de ahí, asegura Podemos que sus 7 propuestas tienen como objetivo “reorientar la actuación del Estado frente al fenómeno del yihadismo”. Argumentan la necesidad de aumentar la eficacia del Estado sin que ello suponga bajar la guardia en “el compromiso incuestionable con la democracia y los derechos humanos”. Pablo Iglesias y su equipo saben en su fuero interno que es un argumento demagógico
El terrorismo recorta las libertades y los derechos, como vemos estos días en Francia cuando la Policía puede registrar una vivienda, intervenir conversaciones telefónicas y efectuar detenciones sin orden judicial alguna. En circunstancias excepcionales los derechos democráticos quedan, desgraciadamente, en suspenso.
Lo verdaderamente importante para los ciudadanos es que las circunstancias excepcionales duren el menor tiempo posible y que la acción de los cuerpos de seguridad sea eficaz y acabe con la amenaza terrorista. Ese el peaje que hay que pagar en los Estados de Derecho y se paga muy a gusto a cambio de que no te vuelen la cabeza cuando estás comiendo en un restaurante o puedas acudir sin miedo a un evento deportivo.
Le recomiendo a Iglesias y a su equipo que vean el espeluznante videode unos ciudadanos franceses que cenan plácidamente en un restaurante parisino y se agazapan despavoridos debajo de las mesas o tras la barra cuando empiezan a ser ametrallados desde el exterior y un terrorista merodea en la puerta del establecimiento para rematarles.
Seguro que en ese momento en el que, elegidos caprichosamente por el azar, la vida les pende de un hilo, esos ciudadanos franceses no se pararon a pensar que el terrorismo les recortaba sus derechos y libertades.
Llegados a este punto, las 7 propuestas o recetas de Podemos para acabar con el terrorismo del Estado Islámico no tienen nada de novedosas y son las que, con mayor o menor éxito, llevan a cabo los Gobiernos europeos y sus servicios antiterroristas.
Cortar las vías de financiación y abastecimiento logístico, neutralizar las redes de captación y adoctrinamiento, apoyar a las fuerzas democráticas del mundo árabe, acabar con las guerras en Siria e Irak y reforzar a la población civil, proteger a los refugiados y acabar con las mafias que trafican con personas… son propuestas de sentido común que asume cualquier partido, sea de izquierdas o de derechas.
Otra cosa bien distinta es que Europa tenga la voluntad política de llegar al fondo de cada una de esas y otras propuestas para acabar con el terrorismo yihadista. La vieja Europa se encuentra más dividida que nunca, con dobles y triples juegos de cada país miembro.
Unos intentado acercarse a Rusia sin incomodar a Estados Unidos, otros apostando decididamente por Estados Unidos, y el resto sin pronunciarse a la espera de que se clarifique el panorama.
En ese contexto es evidente que los esfuerzos de unos y otros países no van a ser, ni mucho menos, los mismos para acabar con el terrorismo. Lo que Podemos no dice, porque probablemente desconozca debido a su bisoñez política, es que las 7 propuestas se reducirían a una sola si Estados Unidos volcase sus ingentes recursos en acabar con el Estado Islámico.
No debe olvidarse que, al igual que los mujaidines afganos fue una creación norteamericana para dar el golpe de gracia a la debilitada Unión Soviética que había invadido Afganistán, el Estado Islámico, en sus orígenes, ha sido inspirado también por Estados Unidos con la generosa financiación de príncipes saudíes y qataríes en el marco de la lucha secular que mantienen las dos ramas del Islam -suníes y chiíes- y con el objetivo final de redibujar el mapa de Oriente Medio y Asia Central de acuerdo a un nuevo orden mundial.
Esto lo ha visto claro Putin, que va a por todas con la excusa de liquidar a los yihadistas. Es evidente que Rusia quiere recuperar el protagonismo perdido tras la caída de la URSS. Se da la paradoja de que, ante la inacción estadounidense, el líder ruso se ha granjeado las simpatías de medio mundo por plantarle cara con su arrolladora maquinaría militar al Estado Islámico, maniobra que Estados Unidos no se esperaba.
Y en esas estamos, sufriendo los zarpazos terroristas en el corazón de Europa, en nuestras propias ciudades y bares donde cada mañana tomamos café, hasta que Estados Unidos, Rusia y China, no olvidemos China, pacten una nueva división del mundo en esta difusa Tercera Guerra Mundial que vivimos.
Podemos ha tenido el olfato de adelantarse al resto de formaciones políticas al presentar una propuesta, aunque sea de “corta y pega”, para poner freno al terrorismo. Si ello sirve, al menos, para que tomen ejemplo el resto de partidos, y lo más importante, concienciar a la sociedad, que siempre va muy por delante de los políticos que nos gobiernan,… bienvenidas sean las 7 recetas.
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