Revista Hora Punta

El falso autóctono

David Rodríguez | Domingo 29 de noviembre de 2015
Un estudio multidisciplinar liderado por el CSIC demuestra que el cangrejo de río (Austropotamobius italicus), que conocíamos como nuestro “cangrejo autóctono”, es en realidad una especie introducida, eso sí hace bastantes siglos.

De hecho, según este trabajo que ha sido publicado en la revista Biological Review se trataría de un animal importado desde Italia a finales del siglo XVI por expreso deseo de nuestro rey Felipe II, tal y como atestiguan numerosos documentos históricos.

La posibilidad de que el cangrejo de río no fuera nativo de España ya se había planteado con anterioridad. A comienzos de la pasada década, los primeros estudios genéticos sobre cangrejos de río descubrieron que los cangrejos de la península ibérica eran muy similares a los del noroeste de la península italiana y sin embargo tenían más bien poco en común con los de Francia.

“Este patrón espacial es muy extraño y en su momento se interpretó como una prueba de que los cangrejos habían sido introducidos en España. Aquellos resultados provocaron cierto revuelo científico y promovieron estudios más exhaustivos que originaron resultados poco concluyentes”, explica Miguel Clavero, investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana.

La principal conclusión del estudio es que “toda la información analizada refuerza la evidencia histórica de que el cangrejo de río es una especie introducida en España”. Diversos documentos atestiguan las gestiones diplomáticas realizadas por la corte española para conseguir cangrejos italianos. Tras al menos 5 años de negociaciones, en 1588 el Gran Duque de la Toscana ordenó el envío de un cargamento de cangrejos con destino Madrid.

A diferencia de los estudios anteriores, basados exclusivamente en datos genéticos, el nuevo trabajo ha recopilado e integrado información desde distintas disciplinas científicas: ecología, biogeografía, arqueología, paleontología, lingüística o genética e incluso se ha recurrido a libros de gastronomía y farmacia motivo por el cual sostienen los científicos que estos estudios multidisciplinares son más útiles y robustos que los basados en un único punto de vista a la hora de tratar cuestiones complejas o polémicas.

Expansión y conservación

A lo largo de los siglos XVII y XVIII, los cangrejos de río se introdujeron en la Meseta Norte y el Valle del Ebro. La expansión de la especie se intensificó, mediante numerosas introducciones, durante el siglo XIX y continuaron durante el siglo XX, hasta ocupar prácticamente todas las zonas calizas de la península Ibérica.

El cangrejo de río “autóctono” se fue haciendo cada vez más abundante y fue pescado en grandes cantidades en España hasta los años 70 del pasado siglo, cuando su población se desplomó como consecuencia de la rápida introducción y expansión de dos especies de cangrejos de origen norteamericano que transmitieron enfermedades a los nuestros, motivo por el cual en la actualidad, el cangrejo de río es una de las principales prioridades en la conservación de la biodiversidad en España.

Y es que tras la llegada de los cangrejos americanos, con los que el gobierno español de los 70 pensaba repoblar nuestros esquilmados ríos, se produjo una circunstancia no prevista. Resulta que los cangrejos que soltaron trajeron la afanomicosis o peste del cangrejo, que es una enfermedad que afecta mortalmente a los cangrejos de río comunes europeos, provocada por el parásito Aphanomyces astaci. Se dispersa a través de sus esporas y sus huéspedes son los cangrejos rojos americanos y los cangrejos señal, resistentes a este hongo. La introducción de estas especies en aguas continentales europeas ha supuesto la casi extinción del cangrejo común de patas blancas, Austropotamobius pallipes, y del Astacus astacus, ambos autóctonos de Europa. La tasas de mortalidad en los cangrejos europeos afectados por la peste es del 100%, y ha supuesto su extinción en amplias regiones del continente.

Pero, salvando el romanticismo, esa no es la cuestión pues nuestros ríos ya están bastante degradados y en este contexto “de degradación de los medios acuáticos y declive generalizado de la fauna fluvial, ¿tiene sentido centrar esfuerzos de conservación en una especie introducida? Nuestro trabajo debería llevar a un replanteamiento de las estrategias españolas de conservación de la biodiversidad, cuestionando el papel prioritario del cangrejo de río”, asegura Clavero.

“Se dedican muchos recursos a su cría en cautividad, a la creación de poblaciones mediante sueltas y al mantenimiento de las poblaciones silvestres que aún existen”, señala el investigador. ¿No sería mejor dedicar estos esfuerzos a especies genuinamente nuestras?

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