Imposible decir que no está de paso… Si se va al centro, esta es una zona casi obligada de tránsito, y desde principios de mayo, sin el ‘casi’. Y es que acaba de aterrizar en lo que durante años fue el Gula Gula, Atalanta (Gran Vía, 1, planta 1. Tel. 91 523 47 03. www.restauranteatalanta.com), un restaurante para disfrutar con todos los sentidos. Su cocina de mercado, mediterránea, realizada con producto nacional, mucho mimo y toques exóticos, no deja indiferente a nadie, y Javier del Castillo es el responsable de que eso ocurra. Este chef, formado en la escuela de Luis Irizar en San Sebastián, ha pasado por varios restaurantes del País Vasco como Akelarre, Martín Berasategui o Zuberoa y otros también en Francia con estrella Michelin. A su vuelta trabajó con Santi Santamaría en el Racó de Can Fabes y con Dani López en Kokotxa. Ahora es él quien elabora en esta espectacular esquina de Gran Vía todo lo aprendido, añadiendo su toque personal.
Tanto para comidas como para cenas, su cuidada propuesta gastronómica sin duda marca la diferencia en la zona. Una cocina variada y original, pensada para que el comensal no se aburra y disfrute de platos que no come todos los días, como el Foie casero con chutney de mango, Escalibada con tapenade trufado, Habitas salteadas con chipirones y manitas con un toque de menta fresca, Lasaña crujiente de setas y trufa con praliné de piñones, Lubina con puré de coliflor y vainilla o Jarrete de cordero con puré de patata, por poner un ejemplo de cada sección de su cuidada carta, convenientemente señalada de alérgenos. Además, exquisitos y originales postres caseros como la Tarta Sacher reinventada o la Creme brule de cereza negra. Dulces que además se pueden tomar a cualquier hora del día, incluso en la barra con un café....
En cuanto al espacio, amplio y luminoso, y con Laura Catalano al frente, sorprende nada más subir las escaleras del emblemático Edificio Grassy por estar repleto de ventanales y por sus impresionantes vistas tanto de la calle Alcalá, como de Gran Vía y Caballero de Gracia. En la diáfana a la par que acogedora sala, el elegante y tranquilo ambiente contrasta con el trasiego que se avista desde las mesas redondas y sus cómodos sofás. De día, el frenesí de una ciudad cosmopolita y de noche, magia… la de sus luces que empapan el local de romanticismo. Tonos pastel en paredes y mobiliario, algo más eléctrico en la barra, madera y plantas, conforman una decoración sencilla que cede todo el protagonismo al ‘escaparate’, y por supuesto a la cocina.
La barra de Atalanta non stop: desde el desayuno hasta las copas
Porque si la oferta gastronómica del restaurante ya resulta apetecible, el área de la barra, acompañada de originales mesas altas y bajas, sofás y taburetes, ¡obliga a picar…! Y es que está pensada para todos los gustos y para disfrutar a cualquier hora. Hay propuestas de siempre muy nacionales, como Croquetas de jamón o Alitas de pollo a la parrilla; otras más actuales como los deliciosos tartares o los Ravioli crujientes de pato Pekín; y una riquísima del otro lado del charco como estrella: el Hot Dog Especial Monster. Sea cual sea la opción, el maridaje perfecto puede ser cualquiera de los cócteles que agita la joven Natalia Felipe tras la barra de aires vintage iluminada con luces led. También se sirven smoothies de fruta natural, combinados con y sin alcohol… y desde las 10 de la mañana, completos desayunos.