Revista Hora Punta

Irán, tierra de arios... Técnica de análisis

Carlos González | Jueves 16 de julio de 2015
Quizá lo primero que debamos hacer es explicar cuál va a ser la técnica de análisis de este conflicto, para que los lectores sepan en todo momento de qué estamos hablando.

Recuerdo que estamos analizando el enfrentamiento de Irán con la llamada comunidad internacional, sobre la disputa de si tiene o no derecho a poseer un tipo de sofisticados conocimientos científicos que le lleven a dos caminos, primero, disponer de un desarrollo energético-industrial que modernice todo su sistema productivo y, dos, el disponer de un arma mortífera que cambiaría todo la relación de fuerzas no solo en su espacio regional sino quizá en todo el globo terráqueo.

Dicha técnica es muy sencilla, partimos de la aplicación de los conocimientos sobre la física, la química y con ellas pasamos a la química orgánica. Ya sabemos que todo lo existente es una creación de la naturaleza. Si algunos quieren creer que un día Dios decidió crearlo todo, el análisis es exactamente igual: Todo lo que hay es lo que fue creado, todo lo que existe es el desarrollo de esa naturaleza que podemos –y debemos- estudiarla desde la física la química y la Biología. Haya surgido como un acto de “creación” o de una explosión física de la naturaleza, nuestra inteligencia nos permite estudiar nuestro entorno y saber comprenderlo para dejar de avanzar a ciegas, siguiendo nuestros instintos, es decir, inconscientemente. Ahora vamos a avanzar de forma consciente, me explico, manejando los conocimientos contrastados que ya disponemos sobre cómo funcionan nuestras células, cómo actúan los animales formados por conjuntos de células y cuál es la dinámica de los grupos sociales organizados que están formados por grupos de animales que responden a un solo liderazgo.

Ya sabemos que los Grupos Organizados Sociales, que son los formados por varios individuos animales funcionan siempre de la misma manera: Siempre hay un liderazgo único –la disputa por ese liderazgo es constante, de ahí las inevitables luchas de poder-. Detrás de ese liderazgo indiscutible están las élites de poder, de ellas surge la jerarquía. Esta la constituyen desde los generales y directores generales hasta el último soldado u ordenanza de un ministerio. Y luego están los administrados. Estos siempre van al remolque absoluto de las órdenes o leyes dictadas por aquellos.

Una cosa sabemos clara, en función a la posición que ocupan, cada una de esas categorías, y después cada uno de los individuos que forman parte de esas “Clases”, siempre tendrán sus propios intereses y actuarán buscando –constantemente- lo que creen es su mejor beneficio. Consciente o inconscientemente.

¿Y qué buscan todos los individuos, y los estamentos, y los grupos? Todos absolutamente lo mismo. Ya lo dejó muy claro Maslow: Su Seguridad. Sus recursos de agua y comida. Desarrollar sus lazos afectivos, cuando son adultos llevar a cabo sus deseos sexuales, tener su propia familia. Y si pueden… Buscar el reconocimiento social.

La traducción siempre es la misa: Vivir en los mejores palacios, tener la mejor comida, acostarse con las máximas mujeres o con el mejor de los hombres (ellas) y ser los más ricos, los más famosos, los más importantes. Poder convertirse en aquellos a los que todo el mundo alguien practique la genuflexión a su paso. Debéis leer El Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam.

Una vez que apliquemos esta técnica de análisis podemos saber que quiere cada parte en un conflicto. Ya sabemos que en función a la posición que ocupa podemos prever como piensa conseguirlo. Al escucharle sabremos, leyendo a doble renglón, que está pensando y en qué fase de desarrollo están sus intenciones. Si además ya hemos iniciado una negociación y le decimos que exponga que quiere y que está dispuesto a dar a cambio, ya tendremos un esquema perfecto de que hay en su cabeza, cuales realmente son sus intenciones, y como piensa conseguirlas.

El resto ya es el juego de la vida: Un mucho de aleatoriedad, un bastante de energía basada en la inteligencia, la fuerza, los recursos de los que esa parte disponga, o de la respuesta más torpe o inteligente de quien tengan enfrente.

Si aplicamos estos conocimientos, dejando de lado cualquier religión o ideología, sabremos siempre que quieren nuestros interlocutores, analizaremos si debemos o no concedérselo y miraremos cómo podemos obtener algo de lo nuestro, y que precio estamos dispuestos a pagar por ello.

Una cosa tendremos siempre absolutamente clara, nuestros oponentes siempre, siempre, siempre, querrán obtener sus beneficios, y planteado el conflicto… nunca, nunca, nunca, repararán en los medios para conseguirlos. Luego, más tarde… cuando expliquen lo sucedido, siempre buscarán y dispondrán de escusas para auto-justificarse…Hayan hecho la tropelía que hayan hecho.


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