El Ministerio de Sanidad recuerda la importancia de prevenir y mitigar los efectos negativos que el calor excesivo puede tener sobre la salud de la ciudadanía, especialmente en los grupos de riesgo o más vulnerables, como personas mayores, mujeres gestantes, menores y personas con enfermedades crónicas, así como en aquellos colectivos que desempeñan su trabajo o realizan esfuerzos al aire libre.
Durante todo el verano, Sanidad mantiene activo el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperatura sobre la Salud, cuyo objetivo es reducir el impacto del calor sobre la salud de la población. Cada mañana, el ministerio de Sanidad actualiza el mapa de niveles de riesgo para la salud por zonas de Meteosalud, que cuenta, además, con un sistema de suscripción gratuito por mail y SMS.
Desde el Ministerio de Sanidad se insiste en un decálogo de recomendaciones generales con el objetivo de minimizar los daños que las personas pueden sufrir a consecuencia del calor:
El impacto de la exposición al calor excesivo está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes. Normalmente, una persona sana tolera una variación de su temperatura interna de hasta aproximadamente 37 grados centígrados sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37 grados, se produce una reacción fisiológica de defensa. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que las personas mayores y los menores son más sensibles a estos cambios de temperatura.
Además, desde un punto de vista social, el aislamiento, la dependencia, algunos tipos de discapacidad, así como las condiciones de habitabilidad de las personas con menos recursos, añaden factores de riesgo que hacen aún más vulnerables a estos colectivos. Los factores de riesgo asociados con la exposición a altas temperaturas que se consideran en el Plan Nacional pueden ser de naturaleza personal, ambiental, laboral o social y local.
La exposición a temperaturas ambientales elevadas puede provocar una respuesta insuficiente del sistema termorregulador humano. El calor excesivo puede alterar nuestras funciones vitales si el cuerpo humano no es capaz de compensar las variaciones de la temperatura corporal. Una temperatura muy elevada produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos. En algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y/o con discapacidades que limitan su autonomía, estos mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados más fácilmente.
Desde un enfoque biológico, la exposición a temperaturas excesivas puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación o golpe de calor (que cursa con problemas multiorgánicos que pueden incluir síntomas como inestabilidad en la marcha, convulsiones, coma e incluso la muerte).
Durante el verano de 2023, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III identificó 3.009 defunciones atribuibles al exceso de temperatura a nivel nacional, siendo el tercer verano con mayor cifra de excesos de la serie 2015-2023. Durante ese mismo año, las autoridades sanitarias autonómicas notificaron al Ministerio de Sanidad 24 fallecimientos por golpe de calor, con una media de edad de 53 años y una distribución por sexo del 87,5% de hombres y 12,5% de mujeres.
El Plan Nacional de Actuaciones Preventivas frente a las altas temperaturas establece las medidas para reducir los efectos asociados a las temperaturas excesivas y coordinar a las instituciones de la Administración del Estado implicadas en esta cuestión. Asimismo, propone acciones a comunidades autónomas y administraciones locales, en función de los niveles de riesgo asignadas y de acuerdo con las temperaturas previstas.