Una buena opción es hacer un primer enjabonado con un champú de tratamiento (anticaspa, anticaída...) y un segundo enjabonado con un champú embellecedor (brillo, encrespamiento, voluminizador...).
Es importante también usar acondicionador ya que ayuda a hidratar la fibra capilar, y hace que el cabello esté más manejable. Por cierto, se calcula que el 33% de la población tiene caspa, siendo los adolescentes los más propensos a tenerla por la alteración de las hormonas.
Lavarse bien el pelo es fundamental para presumir de melena, cuando uno ha descubierto el tipo de cabello que tiene y el producto que mejor se adapte a él es importante saber cómo hay que lavarse el pelo.
Primero hay que desenredarlo, antes de la ducha, ya que el pelo mojado es más frágil, así que para evitar roturas es mejor hacerlo cuando está seco. Una vez hecho esto, se moja y se echa el producto elegido, eso sí, no hay que echar mucho ya que si se aplica en exceso se asfixia el folículo piloso y puede provocar la caída del cabello.
La raíz es la zona que más se debe trabajar, hay que masajear despacio al menos tres minutos para activar la circulación y potenciar la nutrición del pelo.
Las puntas se limpian solas por lo que no hay que aplicar más producto, la espuma va bajando desde la raíz hasta ellas, así que no hay que frotarlas.
Y para terminar, después de enjuagarse hay que terminar siempre con agua fría. Lo ideal es lavarse el pelo cada tres días, pero si hay que lavarse más por tener el pelo graso, es bueno hacerlo con un producto equilibrante ya que al lavarse se eliminan los aceites naturales de nuestro cabello y éste produce más para protegerse y acaba dando un aspecto graso.
Otra opción que se puede hacer es recurrir a champús en seco para no lavarlo tan a menudo.
Un consejo: los champús sólidos no eliminan del cabello los aceites naturales.